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El TLCAN y la fortaleza de nuestra industria

Han pasado 23 años desde que se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Un acuerdo que en su momento fue considerado como revolucionario ya que  daba oportunidad a una economía en vías de desarrollo, como la nuestra, de expandir mercados, incrementar la producción industrial y contribuir así al desarrollo y crecimiento del país.

Hoy la realidad es distinta, lo que en su momento fue catalogado como un gran logro, ahora es cuestionado por las grandes potencias mundiales que históricamente han sido pioneras en la generación de modelos económicos con menos restricciones. La llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos y su perspectiva negativa respecto al Tratado ha aumentado la incertidumbre sobre el futuro de este acuerdo.

Considero pertinente mencionar que el TLCAN no ha significado un factor relevante para el crecimiento de la capacidad productiva de la industria en general, que se encuentra en una situación de vulnerabilidad ante el proceso de renegociación. Si bien el país ha sido capaz de comercializar exitosamente productos en el extranjero, especialmente en Estados Unidos, el mercado más relevante por tamaño y por el superávit que nos representa, esto no ha sido acompañado de una sólida evolución industrial y por otra parte, se ha incrementado la dependencia de nuestras exportaciones.

En este sentido, la industria del calzado ha exportado en el primer semestre del año 14 millones 786 mil 203 pares, cifra menor comparada con los 254 millones de pares que produce anualmente. Cabe señalar que del total exportado, el 75% tiene como destino Estados Unidos convirtiéndolo no solo en nuestro principal socio comercial sino un mercado con un gran potencial, dado que importa más de 2 mil millones de pares al año.

Con respecto a las importaciones de calzado realizadas por México, en los primeros seis meses del año han ingresado al país 49 millones 623 mil 742 pares, lo que representa una dependencia al consumo de productos más económicos que por consecuencia generalmente son de menor calidad y que en ocasiones pueden ser un riesgo para la salud (dado que en México no contamos con  una norma de inocuidad que restrinja la entrada de productos con altos contenidos de sustancias tóxicas).

Habiendo dicho lo anterior, revisemos en este contexto el comportamiento de la industria mexicana en general. Si bien la manufacturera mantiene un desempeño positivo en términos de crecimiento anual, con un 2.3% registrado durante junio pasado, su tendencia comienza a mostrar signos de debilidad. En términos acumulados las manufacturas crecieron 3.6% durante el primer semestre del año en comparación a 2016.

Al ser considerada la manufactura la parte más importante de las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos, el proceso de renegociación del TLCAN debería procurar profundizar la dinámica productiva entre ambas economías.

Ahora, en cuanto al sector calzado, durante el primer semestre del año, ésta mostró un aumento en el valor de su producción de 3.1% comparado con el mismo periodo del 2016. Por su parte, las remuneraciones pagadas aumentaron un 6% en este lapso de tiempo, aunque el personal ocupado sufrió una caída de -1.8% reflejo de la escases de mano de obra que estamos padeciendo. Podemos ver pues, como el valor de la producción aumenta aunque tenemos menos trabajadores debido a que estamos compitiendo por personal con otras vocaciones que poco a poco se han asentado en la región como la automotriz, la turística y de servicios.

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